Solo da.

Si no puedes dar todo, da una parte.
La que te alcance,
la que sientas, la que vivas.
No es cuestión de todo o nada,
cielo o infierno, acierto o error.
Frente al todo, no sólo está la nada.
Los pequeños matices, a veces,
son lo que llenan los espacios.
Los pequeños gestos cotidianos
son los que perfilan la línea vital.
Los pequeños momentos
son los que engrandecen el recorrido.
Si no puedes dar todo, da tus partes.
Porque prefiero tus piezas sueltas
a tu puzzle completo.
Y si no puedes o no quieres ser océano,
disfruta con elegancia de ser humilde riachuelo.
Salud y Paz.

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