Décimo noveno dia
Confesarme es lo más poderoso que he hecho en mi vida, lo más valiente. Lo más a secas. Confesarme es todo, es como estar delante de un abismo y sentirse casi nada. Confesarme me completa y me libera. Me asusta y me atrae a la vez. Que no hay día que pase que no le confiese algo a alguien. Y hoy os lo confieso a vosotros. Porque os lo debo. A ti, te confieso que no tengo que confesarte nada, porque lo sabes todo de mí. Que no hay secretos que me calle, ni sentimientos que esconda. Eso sí, te confieso que tenías toda la razón cuando me decías que los que están siempre son los que tienen que estarlo. Y punto. Si no están, es porque no eran. Justo en el momento preciso, justo cuando teníais que estarlo. Y lo demás se puede ir a tomar viento. Cada vez veo más cierto eso que dicen de las casualidades o de la suerte. No sé si seréis mi suerte, o mi casualidad. Lo que sé es que si no os hubiera encontrado, os estaría esperando.
A los que estuvieron cuando tenían que estar.
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